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Library Desarrollo rural en la sudamérica de hoy

Desarrollo rural en la sudamérica de hoy

Desarrollo rural en la sudamérica de hoy

Resource information

Date of publication
February 2014
Resource Language
ISBN / Resource ID
IPDRS-Diálogos-120
Pages
5
License of the resource

 
Como es habitual en el IPDRS, durante las primeras semanas de cada año, compartimos con las y los lectores de este espacio de Diálogo nuestra visión sobre el estado de situación y del debate respecto a los principales temas del desarrollo rural en la región. En esta oportunidad les ofrecemos un artículo del Coordinador General del Instituto, incentivado por la demanda de varias organizaciones contrapartes de nuestro accionar, que nos plantearon dudas e inquietudes sobre el éxito potencial de los esfuerzos que hacemos, a veces aislados, a veces conjuntos, para seguir motivando la reflexión sobre la agricultura de base campesina indígena vinculada a  los procesos de integración en la región sudamericana. 
 
Desarrollo rural en la sudamérica de hoy
*Oscar  Bazoberry Chali
El enfoque de base campesina indígena es indispensable para la humanidad. Este enfoque está  enmarcado en el contexto del mundo en general y de cada país de forma particular, es actual en cuanto al debate sobre desarrollo y es políticamente pertinente en la disputa de los recursos naturales, como la tierra y el agua.
La reflexión sobre agricultura de base campesina indígena parte del convencimiento de que el desarrollo rural tiene grandes perspectivas y oportunidades, si es que se pueden enfrentar las amenazas que se ciernen sobre la población del campo y los recursos naturales, en un contexto de crisis de los modelos teóricos y de una buena parte de las prácticas vigentes con las que se organiza el desarrollo rural.
El enfoque sudamericano, en el caso de los países de la región, es el trasfondo apropiado para un análisis de situación, ya que ofrece una visión  intermedia entre lo global y lo nacional - local, con especificidades biogeográficas y sociales diferenciadas al resto del continente y del mundo. Con pocos aspectos excepcionales en cada país, Sudamérica es cada vez más una región interrelacionada.
Sudamérica en el mundo
La región se inserta en un mundo en transformación: políticamente multipolar, aunque se sostiene en instituciones multilaterales rígidas y una estructura militar consolidada en el siglo XX; económicamente más integrado: la crisis de acumulación se ha resuelto generalmente por la globalización de las inversiones, los sistemas productivos y los mercados; es socialmente más homogénea, multicultural y con tendencia a fenómenos demográficos e institucionales muy similares.
Sudamérica ha tomado y le han asignado nuevos roles (algunos son  históricos y otros reformados o recientes), lo que viene configurando un nuevo contexto.
En lo político, hay coincidencia importante en la orientación política de los gobiernos de la región. Brasil es una presencia muy importante, aunque no determinante, y otra son los gobiernos que establecieron nuevos estilos de relación en los órdenes de la  diplomacia y del comercial mundial. Mayor presencia del Estado en todos los países, recursos económicos más holgados y nuevas iniciativas en el campo de la economía. En general, se constata el predominio del órgano ejecutivo sobre el legislativo (figuras presidenciales y concentración del voto); órganos judiciales subordinados, aunque con atisbos de independencia en algunos casos de los derechos colectivos e individuales, y aletargamiento de la descentralización y de los procesos de autonomía de unidades especiales como pueblos indígenas y quilombolas para el caso brasileño.
En lo económico, hay datos sobre el incremento de  provisión de materias primas, minerales, madera y productos del campo para la transformación y el cambio de estructuras de explotación y producción. La región da refugio a inversiones que se han vuelto inestables en otras partes del mundo, hay acaparamiento de la tierra y de derechos de explotación sobre los recursos naturales. Al mismo tiempo, se expanden las grandes inversiones en infraestructura, energía e inmobiliaria con las tendencias a la especulación que ya son conocidas.
En lo social, se destacan importantes logros en estándares de desarrollo, principalmente en la salud y educación, ampliación de las clases medias y nuevas pautas y patrones de consumo, aunque se mantienen y en algunos casos se profundizan las desigualdades sociales. En términos de derechos, hay avances sustanciales en distintos campos, como en los específicos de las mujeres, niños y adolescentes.  Pero hay también retrocesos, como en el campo de la seguridad ciudadana, los derechos de los pueblos indígenas, en el derecho de los colectivos a la consulta previa, libre e informada e incremento de los asesinatos selectivos de líderes sociales, especialmente del campo.
La situación de las mujeres, según los informes de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los principales indicadores de salud, educación, empleo, información sobre derechos sexuales y reproductivos y de participación política avanzaron sostenidamente -aunque los logros sigan siendo insuficientes en los 30 años últimos años- periodo coincidentemente acompañado con el retorno a la democracia en los países de la región. 
Actualmente, más que en años anteriores, hay más mujeres participando políticamente en organizaciones sociales de base y sus direcciones, en cargos electivos (parlamentos, asambleas nacionales, departamentales y consejos municipales) y designados (ministerios). Sin embargo, en el campo económico se mantienen las diferencias, las mujeres tienen una retribución menor a la de los hombres, y los jornales y sueldos diferenciados siguen siendo una práctica  en distintos sectores de la actividad rural. La violencia y la trata de personas afectan especialmente a esta población, ya que el auge de algunas actividades económicas -muchas de ellas informales- van acompañadas de explotación laboral y sexual de estos grupos.
En cuanto a procesos de integración regional, aunque la diplomacia regional ha sido muy dinámica, no ha dejado de ser “diplomacia”  y no ha dejado de responder más a problemas nacionales que a los regionales históricos. Luego de frenar el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, los mayores logros fueron la creación de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR) y el debate de temas como la seguridad alimentaria en el marco de la (Organización de Estados Americanos (OEA).
Entidades regionales como la Comunidad Andina de Naciones (CAN)  y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) se encuentran en un lento proceso de transición, la primera con tendencia a ser asimilada y la segunda a ampliarse y renovar su enfoque. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) ha concentrado una atención especial los últimos meses, así como la Alianza por el Pacífico, para citar algunos pocos. Sin embargo, en general se puede afirmar que predomina la dispersión y la reinvención de nuevos espacios sin haber llegado  a consolidar avances y acuerdos anteriores.
Las organizaciones sociales merecen una mención especial porque se puede afirmar que los avances en el campo de la representación política han tenido un costo muy alto en la autonomía de las organizaciones, aunque esto no ha detenido la expresión de importantes sectores de la población, pese a que lo hagan de manera inorgánica.
En general, hay que tomar en cuenta que, por su grado de generalización,  muchos de los criterios expuestos presentan matices o no se aplican a algunas regiones específicas. De todos modos, hay un eje transversal y es que entre las principales debilidades de la región está el hecho de que los logros sociales y políticos se sostienen por el incremento de ingresos brindados por la economía extractivista.
Sudamérica desde el enfoque de desarrollo rural sostenible
Entre las condiciones del mundo que tienen que ver con el cambio climático, crisis alimentaria y devastación de recursos naturales,  sumadas a la crisis de los modelos agros empresariales y del sistema global de gobierno sobre los recursos naturales y la alimentación humana y animal (punto de inflexión del 2008), Sudamérica presenta grandes posibilidades para establecer un patrón de desarrollo basado en las potencialidades de la población y el conocimiento campesino indígena.
Sin embargo, como en gran parte del planeta, estas posibilidades presentan también riesgos, pues existen instituciones que promueven el reforzamiento de la concentración de decisiones (y capitales) como una salida alternativa a la crisis global. El supuesto es que se trata de una alternativa que aprovecha de manera certera las nuevas tecnologías (maquinaria, transgénicos, información climática), el sistema financiero (bolsa de productos, bolsa de valores) y la debilidad de los Estados.
Por todo lo anteriormente planteado, la actual coyuntura en la región se caracteriza por una serie de contradicciones en las que los Estados, los organismos multilaterales y la propia sociedad conocen más sobre la importancia de las demandas territoriales de campesinos, indígenas y afrodescendientes pero, al mismo tiempo, se generan condiciones para la ampliación de las inversiones agro - empresariales de carácter extractivo.
Se han ampliado las políticas y los recursos para el sector agrario, uso del agua y manejo de los bosques. En términos gruesos podemos asumir que el 30% de las iniciativas son destinadas al sector de pequeña y mediana producción y el 70% a las de la empresa agroforestal. Pero es una situación de “empate” que no tiene mucho aliento porque, a diferencia de periodos anteriores, hoy vivimos condiciones de confrontación por la  mayor presión sobre los recursos. La mayor parte de extensiones  de tierra está bajo derechos propietarios y de uso, y no es posible seguir extendiendo un sistema productivo sin afectar los derechos adquiridos por otros actores. Por primera vez en la historia de la región, existe una conciencia sobre el carácter limitado de los recursos que hacen a la producción agropecuaria y forestal.
Si bien otras contradicciones de los gobiernos son importantes y más sonoras, como las concesiones mineras e hidrocarburiferas, la construcción de represas, la canalización de aguas, entre otras, en el futuro los conflictos más extendidos (y sus soluciones), pasarán por el acceso a la tierra y por el tema agrario. Sin embargo, los conflictos, que no son nuevos, también enfrentarán a campesinos con indígenas, y a pobres con pobres. Esto será aprovechado por gobernantes y empresarios para intentar modificar las normas que han protegido, hasta ahora, las reivindicaciones territoriales.
Hasta hace dos décadas, el criterio de sostenibilidad de los sistemas productivos era propiedad de las comunidades campesinas indígenas y afro descendientes. Hoy en día,  las empresas agropecuarias disputan criterios de eficiencia y sostenibilidad, grandes negocios han articulado un discurso agroecológico y medioambiental para obtener beneficios legales y económicos de los Estados, y pretenden, al mismo tiempo, mayor legitimidad en la sociedad en la que se insertan.
Pese a ello, desde el punto de vista del desarrollo rural sostenible, la incorporación de criterios sociales y culturales incluye una dimensión política que es ineludible en la sociedad y el Estado. En este frente y en el de la sostenibilidad ambiental el movimiento social encuentra un argumento importante para llamar la atención sobre sus demandas particulares.
El mejor ejemplo es el concepto de soberanía alimentaria, bandera de reivindicación que el movimiento campesino indígena y afro descendiente tiene como potencial importante para proponer la agroecología dentro del campo de la disputa política, lo que puede convocar de manera creciente a sectores de la sociedad quienes, desde la preocupación por la biodiversidad y el consumo, apoyarían cambios en la normativa y  en la estructura de los sistemas agrarios.
La historia reciente nos muestra que los gobiernos no han sabido aprovechar las oportunidades de cambio de orientación, más bien habiendo profundizado las políticas contradictorias y de corto plazo. Por ello, es notable la ausencia de una visión estratégica y de control real sobre los recursos naturales, el abandono de la descentralización y las autonomías, la ausencia de incentivos al empleo formal y de la seguridad social de largo plazo y el “proyectorado”.
Temas para el debate en el corto plazo 
Otro ejemplo, en este mundo de oportunidades y amenazas, lo constituyen dos aspectos y dos escenarios que deben llamar nuestra atención: el creciente protagonismo de las mujeres; las necesarias alianzas campesino indígenas afro descendientes; los objetivos de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible  y lo que comúnmente conocemos como la economía verde.
En el desarrollo rural hay más mujeres que dirigen iniciativas en el campo económico, su opinión se incorpora de manera firme en acciones de gestión territorial y ocupan cargos importantes en las organizaciones del campo. En el sector académico y político, también es evidente una mayor participación de las mujeres, lo que viene generando nuevos y enriquecedores enfoques. Sin embargo, muchos de los progresos en materia de género podrían estar ocultando, en el terreno,  una mayor responsabilidad y carga laboral para las mujeres, como viene ocurriendo en el acceso a la tierra y la feminización de algunas labores agrícolas, de transformación y comercialización de productos. Aunque también se podría esperar que sea un proceso transitorio y hay que adecuar los sistemas productivos y reproductivos a esta nueva situación.
La visión articulada y la alianza entre campesinos, indígenas y afrodescendientes pueden mostrar la verdadera dimensión del reto que tiene la región, y cada uno de sus países en particular, para atender desde una perspectiva común el desarrollo rural en base a la gestión territorial y las pequeñas y medianas explotaciones. Es esencial comprender fenómenos como la doble residencia y las particularidades sociológicas de los nuevos colectivos rurales. La historia reciente nos muestra que incluso algunos sectores agroindustriales nacionales pueden ser aliados en esta causa.
Respecto a los objetivos de desarrollo sostenible sería ideal, en el marco de las Naciones Unidas, se logre un acuerdo que a partir del año 2016 permita apreciar y valorar lo que comprendemos como sostenibilidad desde la perspectiva rural. Debe recordarse que la Organización de Naciones Unidas (ONU) publicó el año 2012 el informe El futuro que queremos para todos, donde se exponen las principales recomendaciones de una agenda para el desarrollo después del año 2015. El documento plantea un enfoque de políticas integradas para garantizar el desarrollo económico y social inclusivo y la sostenibilidad ambiental en una agenda que responda a las aspiraciones de todas las personas de un mundo libre de miedo y necesidad.
Aunque ese acuerdo ideal no se lograra, el nuevo escenario será propicio para discutir, debatir e invertir en acciones que, desde la perspectiva de la población campesina, indígena y afro descendiente, superen las limitaciones que permanentemente han desfavorecido a las comunidades rurales, como muestran los indicadores de Desarrollo Humano.
Este nuevo escenario podría facilitar que se resuelvan casos contradictorios, como cuando los criterios del Índice de Desarrollo Humano muestran valores más altos en regiones que presentan mayor deforestación que en regiones en los que se conserva la naturaleza (Amazonía brasilera). O a la inversa, casos en los que los indicadores  de salud y educación muestran mejor desempeño en comunidades y territorios indígenas menos afectados por la agro empresa (como en el chaco boliviano). O en aquellas regiones donde su presencia es predominante y el indicador económico es muy alto (Chaco paraguayo).
La economía de los ecosistemas y la biodiversidad (más conocida como la economía verde), es, en general, muy resistida, por lo más probable es que avance de forma acelerada en algunos países. De todas maneras, los principios, su sustento teórico y finalmente su propósito político deberían ser seguidos con mucha atención por quienes trabajamos en desarrollo rural. En pocas palabras, se proponen y aprovechan sistemas alternativos o se observa cómo los grandes capitales se apropian de este nuevo sector de la economía, lo que les daría un control nunca antes visto sobre la vida en el planeta.
En resumidas cuentas, hoy como en otros momentos de la historia de la humanidad, el futuro de la producción campesina y la vida se debate en el espacio público. Salir airosos de este momento requerirá un esfuerzo muy grande, combinando los valores y conocimientos del campo, una renovada visión de los sujetos rurales, mejor articulación organizativa y una visibilidad muy amplia del aporte conjunto  de campesinos, indígenas y afro descendientes al conjunto de la sociedad.
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*  Es sociólogo, investigador y docente. Mgr. en métodos de investigación social y coordinador de la maestría en desarrollo rural del programa de post-grado de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) en la ciudad de La Paz.  Actualmente es coordinador del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS).

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