Skip to main content

page search

Library Cambio climático, comunidades y desarrollo

Cambio climático, comunidades y desarrollo

Cambio climático, comunidades y desarrollo

Resource information

Date of publication
July 2013
Resource Language
ISBN / Resource ID
IPDRS-Diálogos-107
Pages
5
License of the resource

El autor del presente artículo establece como punto de partida para su análisis que es mejor hablar de Cambio Ambiental Global, es decir, aquellas modificaciones que se vienen produciendo en  los sistemas Tierra, Atmósfera, Océanos y Biosfera, que resulta ser más amplio y complejo que el cambio climático.
Cambio climático, comunidades y desarrollo
Fernando de la Cuadra*
El  Cambio  Ambiental  Global  y  el  recurrente  cambio  climático  suponen  la  combinación  perniciosa provocada  por  un  conjunto  de  actividades  humanas  (origen  antropogénico),  que  dependen  de variados  factores,  como  la  cantidad  de  población  que  habita  el  planeta,  su  nivel  de  consumo energético, una determinada matriz  tecnológica, el uso predatorio de  los  recursos naturales, etc. Un informe del Panel  Intergubernamental sobre el Cambio Climático  (IPCC) señalaba en 2007:  “Existen pruebas  nuevas  y  más  convincentes  de  que  la  mayor  parte  del  calentamiento  global  observado durante los últimos cincuenta años se puede atribuir a actividades humanas” (IPCC. Cambio climático: Informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III al Cuarto Informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, Ginebra: IPCC, 2007).
Esta constelación da factores provocan, entre otros, el efecto invernadero y el calentamiento terrestre, el  adelgazamiento  de  la  capa  de  ozono,  la modificación  de  la  biodiversidad,  la  desertificación,  las precipitaciones ácidas y  la contaminación de  las aguas subterráneas y superficiales. Sin embargo, a pesar de que existe bastante consenso en el mundo científico sobre la evidencia del cambio climático, aún  subsiste  la  incertidumbre  sobre  las  consecuencias  efectivas  que  éste  puede  acarrear.  Las proyecciones científicas han avanzado en el último periodo y un  reciente estudio estima que para el año 2100 un 10 por ciento del planeta sufrirá los efectos de dicho cambio.
Problemas y sus consecuencias
Un estudio publicado por  la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos  (PNAS) afirma que dentro  de  las  regiones  que  podrían  sufrir  cambios  más  severos  a  causa  del  cambio  climático  se encuentran el Sur de la Amazonía, el Sur de Europa, Centroamérica y algunas regiones tropicales de África. (El Mercurio, 01/07/2013), mientras en América Latina se estima que los mayores impactos de estos cambios se abatirán especialmente sobre  la agricultura,  la pesca y el acceso al agua potable, perjudicando  sobre  todo  a  las   comunidades  campesinas  e  indígenas,  a  los  pequeños  y medianos productores.
En este sentido, una primera constatación que se puede hacer con  respecto al cambio climático es que  las  consecuencias  que  tiene  sobre  la  población  y  los  países  son  bastante  desiguales, reproduciendo, de esta manera,  la situación de  inequidad que  impera en otras esferas de  la realidad económica, política y social. En efecto, estudios realizados por  la Comisión Económica para América Latina  y  el Caribe  (CEPAL)  y  el Banco Mundial  (BM)  demuestran  que  los  países  en  desarrollo  son aquellos  que  se  encuentran  más  expuestos  a  los  impactos  negativos  del  cambio  climático,  y  su previsión es que  tendrán que soportar  la mayor parte -entre 75 y 80%- de  los costos provocados por los efectos nocivos del comportamiento del clima: huracanes,  inundaciones, sequias, desertificación, aumento del nivel del mar, alteración de los ciclos agrícolas y en los regímenes de precipitaciones.
Una  segunda  constatación,  es  que  los  efectos  acumulados  de  la  emisión  de  gases  de  efecto invernadero  (GEI)  que  son  los  principales  causantes  del  cambio  climático  no  se  pueden  enfrentar solamente con políticas de mitigación. El problema es más grave, ya que, aunque se pueda lograr una disminución drástica e inmediata de las actuales emisiones de gases, ello no tendrá mayor relevancia o  impacto en  términos del clima. Lo que actualmente se requiere son políticas de adaptación a dicho cambio,  con medidas  como  la  provisión más  igualitaria  y  universal  del  agua  potable,  saneamiento básico, seguridad alimentaria, acceso a mejores servicios de salud y a una educación digna.
A  la  vulnerabilidad  existente  entre  las  poblaciones  más  pobres  del  planeta  se  suman  ahora  las fragilidades  que  poseen  estas  comunidades  para  enfrentar  las  catástrofes  climáticas.  Esta vulnerabilidad se encuentra asociada a condiciones de desigualdad y exclusión que coloca a grupos sociales particulares en una situación de mayor riesgo con respecto a otros.
Asimismo,  la  distribución  desigual  de  los  impactos  del  cambio  climático  indica  que,  tanto  los fenómenos meteorológicos extremos  como  la  transformación paulatina del  entorno ambiental,  están afectando  de  manera  desproporcionada  a  los  grupos  humanos  más  sensibles  que  se  hallan  en situación de  pobreza  rural o urbana, pueblos originarios, ancianos, mujeres, niños, enfermos. Estos sectores sociales están sujetos a una “doble exposición”, o sea, a los efectos desastrosos del cambio climático y a una constelación de problemas asociados a su condición de carencia, entendida como expresión  de  déficit  o  insuficiencias  socio-económicas.  (Lampis,  Andrea.  “La  adaptación  al  cambio climático:  el  reto  de  las  dobles  agendas”,  en:  Julio  Postigo  (editor), Cambio  climático, movimientos sociales  y políticas públicas. Una vinculación necesaria, Santiago de Chile: CLACSO, 2013, pp. 29- 50).
De  lo  anterior  podemos  concluir  que  el  fenómeno  del  Cambio  Climático  se  encuentra  no  solo vinculado a patrón de comportamiento de  la naturaleza, sino que su esencia se basa en el estrecho entramado que existe entre las dinámicas ambientales y los procesos sociales. Así, en América Latina es necesario considerar las conexiones entre  las cambiantes condiciones de  los ecosistemas con los modelos de desarrollo impulsados por los gobiernos, tanto históricamente como en la actualidad.
En ese contexto, la preocupación por el impacto del cambio climático en el continente y los esfuerzos de adaptación para superar las consecuencias desastrosas del calentamiento global, la contaminación de las aguas y de los suelos, representa un desafío no solamente en términos de democratizar el uso de  los  recursos,  sino  que  constituye  una  respuesta que  busca  asegurar  las  propias  condiciones  de sobrevivencia en que se encuentran los habitantes de la región.
Cambio Climático y Agricultura
Existe  una  relación  recíproca  entre  cambio  climático  y  agricultura,  afectándose mutuamente.  En  el primer vector,  los científicos destacan que el sector agropecuario es uno de  los principales emisores de  gases  de  efecto  invernadero,  donde  la  suma  del  uso  de  combustibles,  las  quemadas  y  la producción pecuaria han  tenido  también un  fuerte  impacto sobre el cambio climático. Además de ser un  importante  demandante  de  tierras  y  consumidor  de  combustibles  fósiles,  la  agricultura  y  la ganadería  contribuyen directamente  a  las  emisiones  de  dichos  gases  por medio  de  técnicas  en  el cultivo como la producción de arroz y la cría de ganado. De acuerdo con el Panel Intergubernamental del  Cambio  Climático,  los  combustibles  fósiles,  el  uso  de  tierras  y  la  agricultura,  son  las  tres principales causas del  incremento de  los gases de efecto  invernadero desde hace 250 años  (IPCC, 2007).
Como se puede apreciar en el gráfico (puede descargarde en el documentos adjunto), sumados los efectos de los subproductos agrícolas y de las quemadas con el uso de la tierra, las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzan casi un cuarto de todos los gases liberados hacia la atmósfera.
Desde  el  otro  vector,  es  decir  en  relación  al  impacto  del  cambio  climático  sobre  la  agricultura,  los científicos  pronostican  que  a  largo  plazo sus  efectos  se  apreciaran  de  varias  formas.  Por  un  lado sobre  la productividad, en  términos de cantidad y calidad de  los cultivos. En segundo  lugar sobre  las prácticas agrícolas, a través de los cambios del uso del agua (riego) y aportes agrícolas como herbicidas,  insecticidas  y  fertilizantes.  Otra  dimensión  es  evidente  en  los  efectos  sobre  el  medio ambiente,  particularmente  la  relación  de  la  frecuencia  y  sistema  de  drenaje  de  suelos,  erosión, reducción  de  la  diversidad  de  cultivos.  Del  mismo modo, sobre  el  espacio  rural,  por medio  de  la pérdida  o  ganancia  de  terrenos  cultivados,  la  especulación  de  tierras  y  los  servicios  hidráulicos;  y, finalmente,  respecto  a  la  adaptación,  ya  que  los  organismos  podrían  convertirse  en más  o menos competitivos  y  también  los  humanos  podrían  tener  la  necesidad  de  desarrollar  cultivos  más competitivos, como variedades de arroz resistentes a la sal o a las inundaciones.
Hoy por hoy existe bastante acuerdo en aceptar  la  idea de que el cambio climático ha  tenido efectos extremos y devastadores  sobre  la producción agropecuaria de muchos países  (sequías, huracanes, inundaciones,  tornados, heladas  y nevadas) destruyendo miles de hectáreas de cultivos agrícolas  y provocado  la muerte en masa del ganado. Sabemos que dificultades como  las sequias,  tormentas e inundaciones  no  son  nuevas.  Sin  embargo,  diariamente  se  acopian  nuevas  evidencias  de  que  el cambio  climático global ha  sido  responsable por  la  frecuencia  cada  vez mayor de estos  fenómenos que afectan la vida de miles de productores en todo el mundo.
En el caso específico de las comunidades campesinas e indígenas y sectores de pequeña y mediana producción, el impacto nefasto del cambio climático ha sido constatado por numerosas investigaciones recientes. Un estudio del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) advierte que la previsión del  aumento  promedio  anual  de  la  temperatura  en  Colombia,  provocará  un  aumento  de  las precipitaciones en un 2,5% lo cual implicará entre otros efectos, la degradación del suelo y perdida de materia  orgánica  en  las  vertientes  andinas;  inundaciones  en  las  costas  Caribe  y  del  Pacífico; destrucción de nichos para el café,  los  frutales, el cacao y el banano; cambios en  la prevalencia de plagas  y  enfermedades.  Y  precisamente  estos  fenómenos  tendrán  una mayor  incidencia  entre  los productores  de  escasos  recursos  y  de  pequeña  escala.  (Lau,  Charlotte,  Jarvis,  Andy  y  Ramírez, Julián. Agricultura Colombiana: Adaptación al Cambio Climático, Políticas en Síntesis N° 1, Bogotá: CIAT, febrero de 2013.).
En otro estudio realizado en  los andes tropicales peruanos, se menciona que el cambio climático ha provocado  cambios  en  los  regímenes  hídricos  así  como  también  ha  incrementado  la  ocurrencia  e intensidad de  fenómenos climáticos extremos  (sequia, heladas, granizadas)  todos  los cuales afectan directamente a los campesinos: “Los pisos ecológicos se desplazan a mayores altitudes, los sistemas productivos  tienen que ajustar sus calendarios y prácticas a  las nuevas características climáticas,  la contribución de agua glaciar en  la época de estío está cambiando dramáticamente.”  (Postigo, Julio. “Desencuentros y (potenciales) sinergias entre las respuestas de campesinos y autoridades regionales frente  al  cambio  climático  en  el  sur  andino  peruano”,  en:  Julio  Postigo  (editor),  Cambio  climático, movimientos  sociales  y  políticas  públicas. Una  vinculación  necesaria,  Santiago  de Chile: CLACSO, 2013, pp. 181-216).
Lo relevante de la investigación realizada por Postigo, es que en ella también se exponen las posibles respuestas que construyen  las mismas comunidades andinas para superar  los problemas  impuestos por  los  cambios del  clima, que  durante  siglos han  venido  respondiendo  a  la  variabilidad  climática  y gestionando  el  riesgo  que  ello  tiene  sobre  sus  actividades  agrícolas. Es  lo  que  se  conoce  como  la dimensión de resiliencia que poseen las comunidades para enfrentar y superar los daños provocados por el cambio climático.
Por último, en una  investigación  realizada en el sur de Chile se constata que el cambio climático no solamente  ha  tenido  serias  consecuencias  sobre  la  producción  agrícola  por  la  escasez  del  recurso hídrico  (ríos,  canales,  lagunas  y  napas  subterráneas)  sino  que  también  ya  es  posible  apreciar  una reducción de la flora y fauna tradicional en sectores donde se asientan las comunidades Mapuche.
En  efecto,  durante  la  Cumbre  Mundial  de  los  Pueblos  sobre  el  Cambio  Climático  realizada  en Cochabamba, Bolivia,  los  representantes del pueblo Mapuche denunciaron que  como  consecuencia de  los cambios experimentados en el clima,  las aves habían migrado y “ya no se veían mariposas ni lombrices. Los calores y  fríos son extremos y ahora aparecen enfermedades y plagas desconocidas” (De la Cuadra, Fernando. “Cambio climático y conflicto socioambiental. Apuntes sobre el antagonismo entre  el  pueblo  Mapuche,  el  Estado  chileno  y  las  empresas”,  en:  Julio  Postigo  (editor),  Cambio climático, movimientos  sociales  y  políticas  públicas.  Una  vinculación  necesaria,  Santiago  de  Chile: CLACSO, 2013, pp. 217-238).
Reflexiones finales
Si admitimos que el cambio climático tiene un origen antropogénico, debemos asimismo concordar en que  existe  una  distribución  desigual  no  solo  en  los  efectos  que  posee  este  fenómeno  sobre  las poblaciones humanas, sino que también son desiguales las responsabilidades asociadas a la emisión de gases de efectos invernadero. Por lo mismo, concordamos con que el campo de disputas surge en torno al acceso, control y apropiación de los recursos naturales entre actores que defienden diversas lógicas para la gestión de bienes colectivos de uso común.
Tales conflictos son el resultado de los destinos que le asignan los diversos actores y agentes económicos (particulares o empresas) al uso del territorio y los recursos naturales, los cuales se sustentan, por un lado, en el sistema de valores culturales que una determinada sociedad o comunidad ha elaborado en torno a dichos recursos y, por otro lado, en las diferentes formas de uso que este recurso adquiere en función de múltiples actividades productivas.
Tal como nos recuerda Escobar “no son sólo los factores y las condiciones ecológicas, sino también los sentidos culturales, los que definen las prácticas que determinan cómo la naturaleza es apropiada y utilizada”. De esta manera, nos advierte el antropólogo colombiano “las luchas por la diferencia cultural, las identidades étnicas y la autonomía local por un territorio contribuyen a redefinir la agenda del conflicto sobre el medio ambiente, más allá de los campos de la economía y la ecología.” (Escobar, Arturo. Una minga para el postdesarrollo: lugar, medio ambiente y movimientos sociales en las transformaciones globales, Lima: Universidad Nacional de San Marcos, 2010).
Entonces, un tratamiento amplio de la problemática del cambio climático y sus efectos sobre las comunidades más fragilizadas supone resolver no solo los riesgos biofísicos asociados a las “catástrofes naturales”, sino que principalmente tomar en cuenta los impactos sociales y culturales que implica la aplicación de determinados modelos de desarrollo que priorizando en la noción de crecimiento y en la generación de riqueza material, acaban siendo ambientalmente insustentables, socialmente desiguales y culturalmente restrictivos.
_________________
* Sociólogo chileno. Doctor en Ciencias Sociales, Universidad Federal Rural de Rio de Janeiro. Miembro del Grupo de Trabajo “Cambio Ambiental Global, Cambio Climático, Movimientos Sociales y Políticas Públicas” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad del autor y no comprometen la opinión y posición del IPDRS.

Share on RLBI navigator
NO