Por Mónica Parrilla (Greenpeace)
Ayer me fui a la cama con la mente a más 5500 km y unas 6 horas de diferencia respecto a la nuestra, en Montreal (Canadá). Allí seguía negociándose el futuro de la biodiversidad y por lo tanto nuestra propia salud, bienestar y seguridad: un Acuerdo que proteja la Biodiversidad de los próximos 10 años.
Cuando me acosté, el texto a debatir tenía mucho que mejorar. Hoy desde Montreal compañeras como An Lambrechts (delegada de Greenpeace International) o Li Shuo (asesor político de Greenpeace Sureste asiático) nos confirman en qué se han concretado las negociaciones.
Esto es lo que pedíamos desde Greenpeace:
- Un reconocimiento explícito de los derechos y roles de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la protección de la biodiversidad a nivel mundial, con consentimiento previo e informado.
- Un objetivo mundial ambicioso para proteger al menos el 30% de superficie terrestre y el 30% de los mares para 2030.
- Herramientas y medidas claras, así como financiación equitativa, para la implementación de los objetivos.
- Que a nivel internacional los países más desarrollados proporcionen anualmente al menos 100 mil millones de dólares para los países en vías de desarrollo.
De estas demandas, la parte más positiva del texto final es:
- Sí se reconocen los derechos, roles, territorios y conocimientos de los pueblos indígenas como la forma más efectiva de proteger la biodiversidad.
- También se ha conseguido que el texto incluya la protección de al menos el 30% de la superficie terrestre y 30% de los océanos para 2030. O, lo que es lo mismo, el llamado objetivo 30×30.
Y lo más negativo:
- Aunque sí se incluye el objetivo 30×30, está muy simplificado, al no excluir expresamente actividades dañinas fuera de las áreas protegidas. Tal como está en el texto, puede quedarse como papel mojado.
- La escasa financiación impedirá implementar todas las medidas necesarias para la protección de la biodiversidad. Se han acordado 20 mil millones de dólares al año hasta 2025 y luego 30 mil millones al año hasta 2030. Es un comienzo, pero no es suficiente y no está claro de dónde vendrá el resto del dinero.
- Los intereses de las corporaciones y las falsas soluciones se han estado infiltrando en las conversaciones durante las negociaciones. Por eso, corremos el riesgo de que se caiga en un lavado de cara con compensaciones de carbono que haga de todo menos proteger la biodiversidad de la que dependemos.
En resumen, avances sí, pero escasos para la necesidad imperiosa que requiere colocar la crisis de biodiversidad en lo más alto de las agendas políticas. La COP15 no logra brindar la ambición, las herramientas o la financiación necesarias para detener la extinción masiva. Tenemos un Acuerdo sí, pero es necesario resolver muchas de esas incógnitas.
Tras la COP15 ahora ¿Qué?
Los líderes mundiales tienen ahora un trabajo crucial para la protección de la naturaleza.
- Establecer en 2023 un fondo para conseguir dinero para los países en desarrollo de forma rápida así como para los Pueblos Indígenas. Porque la protección basada en derechos son el futuro de la conservación y de la protección de la biodiversidad mundial.
- Además, para que realmente el objetivo del 30×30 se logre, será vital asegurar un Tratado Global de los Océanos histórico en la nueva convocatoria del IGC5 (siglas en inglés de Intergovernmental Conference on Marine Biodiversity of Areas Beyond National Jurisdiction) en febrero de 2023.
Blog publicado originalmente aquí.