Con el objetivo de reflexionar sobre el acaparamiento de tierra en Nicaragua y la situación que enfrentan las mujeres y juventudes rurales para lograr medios de vida sostenibles, la Agencia Católica Irlandesa de Cooperación al Desarrollo, Trócaire y el Instituto de Investigación y Desarrollo (Nitlapan), organizaron un foro virtual en el que se presentó la reciente publicación titulada “Acaparamiento de tierras, mujeres y juventudes rurales: Los retos para medios de vida sostenibles en Nicaragua”.
En el evento participaron organizaciones contraparte de Trócaire en Nicaragua, Honduras y Guatemala, organizaciones miembros de la ENI-Nicaragua, personal de Trócaire Irlanda y otros invitados.
Richard Pierse, director de Trócaire-Nicaragua explicó que la publicación presenta tres capítulos: “El primero expone la situación de la tierra agrícola en Nicaragua desde los años 80, y los otros dos, situaciones referidas a las zonas de Occidente y las Segovias”.
“La pobreza rural en Nicaragua tiene predominantemente rostro de mujer y las juventudes rurales son otro grupo marginado por una visión adulto-centrista, el libro prioriza estos dos grupos” señaló Pierse. Agregó que, aunque persisten los desafíos, el sueño por la construcción de un mundo más justo y solidario sigue siendo posible, “atender a las mujeres y juventudes rurales con sus demandas por la tierra, así como por las perspectivas que plantean, nos llama a ser más consecuentes con una visión de desarrollo rural inclusiva y sostenible” aseveró.
Un recorrido por la historia
Por su parte, Selmira Flores, directora del Programa de Investigación de Nitlapan, y coautora del libro, explicó que la primera parte de la obra es una síntesis de una revisión documental sobre lo que ha pasado a lo largo de la historia con el tema de la tenencia, la titulación y los conflictos por la tierra.
En su presentación hizo un recorrido cronológico a partir de la caída de la dictadura de Anastasio Somoza (1979), previa explicación de la situación de la tierra y el vínculo de la producción agropecuaria al auge capitalista que despojaba de sus tierras a las familias campesinas para convertirlas en obreros asalariados.
Explicó el proceso de la reforma agraria promovido por la Revolución Sandinista en la década de los 80, en el que más de un millón de manzanas de tierra fueron redistribuidas con el propósito de “pasar de la gran hacienda privada a la gran hacienda estatal” a través de la creación de unidades de producción del Estado. También se refirió a la constitución de cooperativas, un proceso de entrega de tierra colectiva que benefició a unas 60,500 familias, así como entrega de tierra a nivel individual 12mil familias.Presentan libro sobre los desafíos de las mujeres y jóvenes rurales frente al acaparamiento de tie
Seguidamente reseñó la “contrarreforma agraria”, que se dio en los 90 con el cambio de sistema político en el país, como un proceso de devolución de propiedades confiscadas y privatización de áreas estatizadas. Recordó que el proceso incluyó indemnización a antiguos propietarios de tierras, lo que implicó incremento de la deuda pública.
Flores resaltó que en este periodo se crearon las áreas protegidas, pero también continuó la lucha indígena por la tierra comunitaria. Sobre la situación actual expuso que: “Desde el año 2000 hasta la fecha tenemos un proceso acelerado de acaparamiento progresivo de la tierra para agronegocios, bajo el concepto de la agricultura verde, que se supone es más sostenible pero que genera mucha desigualdad en términos del acceso a la tierra”.
Alertó que en este último periodo ha habido un incremento significativo de la expansión de monocultivos como la caña de azúcar, maní, palma africana, ganadería extensiva y producción de camarones, también la ampliación de las concesiones mineras y explotación forestales, así como áreas para la producción de energía eléctrica y eólica.
Los desafíos de las juventudes rurales
Anahúm Carrasco, técnico de proyectos financiados por Trócaire y ejecutados por la Cooperativa Agropecuaria Multisectorial Orfilia Vásquez (COOPAMOV), también coautor del libro, se refirió al capítulo 3, en el que se exponen las limitaciones que enfrenta la juventud rural en cuanto al acceso a recursos naturales como activos para mejorar sus condiciones de vida, principalmente en la zona de Las Segovias.
Carrasco enumeró las principales barreras que enfrenta la juventud, las cuales afectan más a las mujeres, dadas las desigualdades sociales de género. Se refirió a los procesos de herencia tardía, sumado a que cuando ocurren generalmente los herederos son los varones. “Otro factor limitante es el adulto-centrismo el cual no reconoce la fuerza de trabajo de la juventud sobre la tierra” refirió.
Entre otros factores adversos mencionó la concentración de tierras por parte de grandes productores ganaderos, cafetaleros y empresas tabacaleras en la zona. Expuso que la falta de acceso a educación, los embarazos temprano en las jóvenes, y las políticas crediticias excluyentes, también frenan la posibilidad de que las juventudes rurales tengan una vida digna en sus comunidades.
Sin embargo, destacó que la juventud rural es activa y practica la pluriactividad como estrategias de vida. En su análisis no faltó el efecto de la pandemia, la variabilidad climática y el contexto socioeconómico que atraviesa el país como otros factores negativos para las juventudes rurales.
La expansión de la agroindustria y sus efectos
Eduardo Baumeister, también coautor del libro, se refirió a la relación entre la agroindustria, la pequeña producción y las posibilidades que se visualizan en la zona de occidente, específicamente en los departamentos de León y Chinandega.
Mencionó que esta región posee condiciones de buenas tierras y alta disponibilidad de aguas subterráneas, además de una alta conexión terrestre y marítima dada razones históricas y geográficas, condiciones que han sido aprovechadas por la agroindustria.
Se refirió a la expansión algodonera desde 1950 hasta mediados de los 80, la que ocupó gran parte de las tierras de occidente donde se llegó a sembrar 300mil manzanas de algodón en los años pico de siembra. “Esto significó un fuerte deterioro de los recursos naturales y el desplazamiento de comunidades campesinas, además de condiciones de vida bastante malas en general” explicó Baumeister.
Afirmó que actualmente las mejores tierras están ocupadas por la caña y el maní, “estos cultivos requieren fuerte utilización de aguas subterráneas durante el verano, lo cual crea condiciones que afectan a las comunidades cercanas a las áreas de siembra” advirtió.
Por otra parte, explicó que el intenso proceso de mecanización de la actividad agrícola genera cada vez menos empleo, “desde la preparación de los suelos hasta el corte está siendo mecanizado, reduciendo la demanda de mano de obra, lo que a la vez se genera más migración de lo rural hacia lo urbano” indicó.
Pequeños y medianos productores deben diversificar sus parcelas
Baumeister explicó que, pese a los factores negativos, hay condiciones favorables que los pequeños y medianos productores deben aprovechar. Recordó que como efecto de la reforma agraria de los 80 y otros factores como la herencia, hay un segmento importante de pequeños y medianos productores que tiene extensiones de hasta 50 manzanas, equivalente a cerca del 30% de la tierra en occidente. “Este sector produce granos básicos y ganadería tradicional, algunos ceden la tierra en alquiler para caña y maní” explicó.
Baumeister refirió que hay una proporción de mujeres productoras con poco acceso a tierra, pero con posibilidades de mejorar la productividad y generar más ingresos y autoconsumo de alimentos. Agregó que probablemente el auge cañero y manicero continúen, por lo que es necesario que ese segmento de pequeños y medianos agricultores, se plantee la necesidad de diversificar el uso de las parcelas hacia el cultivo de hortalizas y frutas.
Por otra parte, sugirió promover acuerdos y apoyo para que productores con tierras ociosas, puedan cederlas en arrendamiento a productoras y jóvenes sin tierra o con poca para impulsar cultivos intensivos.
Luego de las exposiciones de los autores del libro, se desarrolló una ronda de preguntas y comentarios en la que las y los participantes también externaron valoraciones positivas sobre la iniciativa.
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