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El monocultivo de la Palma Aceitera ha crecido de manera exponencial en el estado de Chiapas, sobre todo en los últimos 20 años. En la actualidad, conforme datos oficiales, se estima que el 43.74% de palma aceitera sembrada en México, se encuentra en Chiapas. Esta situación, ha traído graves consecuencias para la vida de los pueblos y mujeres indígenas. La violación sistemática de sus Derechos Humanos, aunada al despojo territorial, cultural y de los saberes tradicionales respecto a los usos de la tierra, de los conocimientos agrícolas, de los ciclos de la naturaleza, entre otros, impacta fuertemente en las desigualdades y violencias estructurales que profundizan su situación de exclusión y vulnerabilidad. Para las mujeres indígenas y campesinas ha significado, además, un despojo de sus prácticas ancestrales de cuidado y preservación de los territorios, que componen un acervo histórico y cultural de gran valor. Ese despojo está significando que la reproducción y sostenibilidad de la vida se ponga en juego frente al capital extractivista.
En Agua y Vida: Mujeres, Derechos y Ambiente trabajamos desde el año 2009, en la formación popular y política de las mujeres en relación a sus derechos ambientales y territoriales, para fortalecer sus poderes personales y colectivos, así como su participación en los procesos de toma de decisiones respecto a las problemáticas que les afectan. En el largo trecho hacia el acceso a la justicia social y ecológica para las mujeres, estamos convencidas de que los procesos políticos colectivos entre y para mujeres indígenas y campesinas, son imprescindibles de fortalecer ante los escenarios de disputa territorial, de violencia patriarcal y, sobre todo, de confrontación entre el sistema capitalista colonial y las alternativas campesinas para la reproducción comunitaria.
Desde el programa Defensa del Territorio Cuerpo-Tierra, nos enfocamos en la formación y el acompañamiento organizativo a mujeres indígenas y campesinas que viven procesos de exclusión territorial y resistencias frente a los despojos a causa del modelo extractivo, desde hace, cuando menos, 5 años. En ese trayecto, hemos constatado la expansión de prácticas extractivas más allá de la megaminería a cielo abierto, como la agroindustria y, particularmente, el monocultivo de palma aceitera. Hemos documentado las afectaciones e impactos de estas prácticas para las mujeres indígenas y campesinas, cuyos primeros resultados son presentados en este documento.