Publicado por: Camila Parodi
Se cumplen 11 días del Paro Nacional indefinido en Ecuador. Una movilización indígena, campesina, feminista y popular trascendental en la historia del país andino. Dialogamos con la socióloga y analista de política internacional de Ecuador, Irene León Trujillo.
Por Camila Parodi para Agencia de Noticias Biodiversidadla
Durante los últimos meses, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) le exigió al gobierno de Guillermo Lasso una mesa de diálogo para atender las necesidades urgentes de los territorios rurales. Ante la falta de respuestas, el pasado 12 de junio anunciaron en conferencia de prensa el comienzo del Paro advirtiendo que “el camino no son las políticas neoliberales”. Si bien el Paro comenzó como una iniciativa de las organizaciones indígenas y campesinas nucleadas en la CONAIE, rápidamente un amplio abanico de organizaciones sociales, feministas, sindicales y estudiantiles se sumaron bajo la misma exigencia: “El derecho de vivir con dignidad”.
A lo largo de la última semana, movimientos campesinos e indígenas se movilizaron por todo el territorio nacional hacia la ciudad de Quito. Se exige la realización de una mesa de diálogo con el gobierno y el cumplimiento de 10 puntos que consisten en: la reducción del precio de los combustibles; mecanismos de comercio y precios justos para los alimentos producidos por manos campesinas; empleo y derechos laborales para frenar la precarización y asegurar el sostenimiento de la economía popular; moratoria a la ampliación de la frontera extractiva minera y petrolera con auditorías y reparación integral de los impactos socioambientales; reconocimiento de los derechos colectivos de las comunidades indígenas; alto a las privatizaciones de empresas y servicios públicos; acceso a la salud, educación y seguridad.
Sin embargo, la única respuesta del gobierno de Ecuador durante el Paro Nacional fue la represión contra la masiva manifestación. Un violento operativo de persecución, estigmatización y criminalización de las organizaciones sociales, ataques con gases lacrimógenos y balas de goma, allanamientos y detenciones ilegales a referentes indígenas, la imposición de un Estado de Excepción y toque de queda a través de la militarización de los territorios, entre otras. Al momento se registró la muerte de cuatro campesinos y decenas de personas heridas y detenidas por la represión.
En ese marco, desde la agencia de noticias Biodiversidadla, hablamos con la socióloga y analista de política internacional de Ecuador, Irene León Trujillo. Un diálogo urgente para comprender el contexto en el que se desarrolla este nuevo paro y conocer las alternativas que construyen y proponen las organizaciones indígenas y campesinas al respecto.
- Se cumplen 11 días del paro en Ecuador y, si bien fue encabezado por la CONAIE, la actual composición de la manifestación es mucho más amplia y masiva, incluso que la del paro de 2019. ¿Qué significa este paro hoy?
El Paro Nacional y la movilización relacionada es una acción intersectorial muy potente que se expresa en todo el país. En las zonas rurales y urbanas, está en todas partes. Desde mi mirada es una movilización inédita. Incluso muchos de los sectores de la sociedad que contribuyeron o apoyaron la elección de Lasso, ahora están en la movilización: médicos, maestras, un amplio abanico de actores de la sociedad. Se percibe que este pueblo tiene aspiraciones de dignidad y no solo ahora, sino que se expresó durante todo este período neoliberal, ya sea durante el año de gobierno de Lasso o los cinco años previos.
El pueblo está en resistencia permanente, sobre todo en las zonas rurales. El mundo campesino está demostrando que tiene una perspectiva propia en todo momento. Estas posturas están en el país. Por un lado, está el pueblo expresando una defensa de sus derechos, de sus propuestas e iniciativas para crear otra sociedad y, por otro lado, está el mundo neoliberal que quiere seguir poniendo al país en subasta. Paradójicamente Ecuador, al igual que el Estado Plurinacional de Bolivia, tiene como horizonte institucional el “buen vivir, vivir bien”, que es una propuesta que coloca la vida antes que los intereses del capital.
- ¿Cómo podría definir a la gestión de Lasso?
El gobierno conservador de Guillermo Lasso ha agudizado la reinserción acelerada del país en las dinámicas neoliberales y neocoloniales. Principalmente, aquellas que resultan de la adhesión ciega a los dictados del capital, a las instituciones financieras internacionales pero, también, a todos los actores privados. Se ha aplicado sin ambages un gobierno de y para el capital financiero, priorizando los intereses de ese sector en todos los espacios de poder y colocando a ese sector como sinónimo de la economía nacional. Hay un ritmo frenético de retorno del interés privado, por lo general transnacional, a las áreas estratégicas de petróleo, energía, telecomunicaciones, alimentación, entre otras.
Concomitante a lo anterior, también hay una acelerada privatización de las áreas públicas claves que, no obstante su éxito, están en subasta bajo los criterios neoliberales. Es decir, devaluarlas para entregarlas luego por la nada al sector privado. Esto ya lo conocemos desde hace mucho tiempo. Estos son apenas unos ejemplos para nombrar el acelerado desmantelamiento de lo público en beneficio de unos pocos privados. Como consecuencia, el pueblo ha vuelto a los malos índices de despojo e inseguridad en todos los campos, incluso aquellos que se creían irreversibles con las políticas redistributivas y populares que se llevaron adelante entre 2007 y 2017 con la revolución ciudadana de Rafael Correa. No, todo vuelve a cero, y el pueblo está justamente reclamando por ese despojo y esa inseguridad que cunde por todas partes.
- ¿Cómo explica el surgimiento de este nuevo Paro Nacional?
Lasso es un banquero que prioriza los intereses del capital financiero y los entornos económicos, políticos y geopolíticos que están obsesionados con el enfoque neoliberal. Entonces son grupos de intereses económicos, pero también ideológicos que, no obstante las evidencias de las desigualdades y exclusión que genera el capitalismo, ellos lo imponen como una doctrina, como una línea inequívoca a seguir. Con esa idea de doctrina del mercado, el gobierno ha abierto una suerte de subasta internacional de los bienes públicos. Es decir de la naturaleza, de los recursos de la Madre Tierra, de la banca pública, etcétera.
Entonces, estamos en esa aplicación del neoliberalismo extremo. Así mismo, el sistema de seguridad que la población sí estaba levantando con alguna soberanía ahora está completamente desmantelado. El gobierno está en la búsqueda de encontrar algún modelo foráneo, con asesoría de Israel, de Estados Unidos, de Colombia, para rearmar algo que sea a la imagen de esos países. Además Lasso, cabe aclarar, es un conservador militante, asociado a la extrema derecha internacional. Participa en organizaciones como el Opus Dei y otras que, como sabemos, se levantan con ideas racistas e, incluso, neocoloniales. Este entorno de extrema derecha ha propuesto incluso la conformación de la “Iberósfera”, que se inauguró aquí con ocasión de la posesión de Lasso hace un año. Esto, en política internacional, expresa una adhesión irrestricta a los lineamientos estadounidenses. Eso incluye, por ejemplo, una reciente incorporación del país a las propuestas de la OTAN. Esa es la tónica del gobierno de Guillermo Lasso
- Durante los últimos 11 días hemos visto un accionar sistemático de violación de Derechos Humanos y criminalización de la protesta. ¿Qué reflexión amerita?
El gobierno de Guillermo Lasso tiene alrededor del 83% de desaprobación. Eso es altísimo para un gobierno que tiene apenas un año de ejercicio de sus funciones. Entonces, es claro que con esa actitud represiva sin precedentes quiere imponer todo por la fuerza. No cabe duda de que el neoliberalismo en ninguna parte se aprueba por consenso de la sociedad, en todas partes se impone, y lo hace con medidas muy alejadas de la democracia. Además del desmantelamiento de la institucionalidad de la que contaba antes, aquí hay persecución política, el recurso de la judicialización de la política permanente que es una suerte de línea transversal en el quehacer político y que se ha agudizado de varias maneras. Se ha agudizado, también, la satanización de la política, que es parte del enfoque neoliberal. Y, claro, la estigmatización especialmente de los movimientos populares y de todo lo que huela a antineoliberalismo.
- ¿Cuál es el rol de los medios de comunicación en este contexto?
Desde que inició el paro, y quizás antes, los medios corporativos promueven una campaña abiertamente racista y clasista. Incluso desde el gobierno se ha buscado asociar al Paro y a las organizaciones populares al narcotráfico, a la delincuencia. Eso es muy recurrente en el discurso que coloca el gobierno sobre la mesa y que replican los medios corporativos al unísono en estos días. Entonces, es parte de ese ambiente de persecución y de falta de respeto a la Constitución de Ecuador.
- ¿Existe algún tipo de observación internacional que este denunciando está situación?
No existe ninguna observancia de los Derechos Humanos. Hace apenas dos semanas la policía, que está muy activa, ahora justifica su falta de acción para enfrentar la violencia en las cárceles o la falta de seguridad en las calles con una supuesta falta de recursos. Ahora se ve que esos recursos no faltan porque para reprimir al pueblo vemos que no les falta nada.
- En el actual contexto regional de rebeliones populares contra las políticas neoliberales, ¿cómo analiza las relaciones y alianzas geopolíticas desde Ecuador?
América Latina y el Caribe están en disputa, desde inicios de este siglo en el que se han mostrado propuestas alternativas al capitalismo: el buen vivir, el socialismo, las propias reivindicaciones de las culturas ancestrales, entre otras. América Latina tiene con qué proponer alternativas, eso está vigente y en eso hay una disputa al neoliberalismo y a la extrema derecha, incluso, que está de regreso ahora que quiere imponerse por la fuerza. Como parte de las propuestas geopolíticas, está sobre la mesa la integración regional soberana, vista como un camino inequívoco para enfrentar las fuerzas del capitalismo del siglo XXI y tener proyecto propio. Con fuerzas del capitalismo del siglo XXI me refiero, especialmente, a esta presencia omnipresente de los poderes fácticos del capitalismo global, como son las corporaciones transnacionales, el capital financiero, el complejo industrial militar, los consorcios comunicacionales y otros. Es decir, fuerzas que son supranacionales, que están incluso por encima de los gobiernos de los países, que son el poder del siglo XXI. Entonces, en América Latina sí hay esa disputa, con el eje de la soberanía en plural: la soberanía alimentaria, la soberanía energética, la soberanía popular.
En ese sentido, hay un proyecto del sur geopolítico que viene desde hace un tiempo. Sin duda, en este momento se expresa a través de esta construcción de un mundo multipolar, como ya se está vivenciando en esta última década y en estos últimos tiempos en particular. Entonces, hay desafíos que tienen que ver con la propuesta regional del sur y también del mundo, que tiene que ver con otro modo de ver la organización social, la vida, una resignificación para que los seres humanos independientes nos relacionemos de otro modo. En fin, son cambios mayores que están en discusión.
- ¿Qué escenarios o salidas ve posible en este momento?
En cuanto a las salidas de este paro en Ecuador, están sobre la mesa los 10 puntos que han planteado la CONAIE y las organizaciones que están convocando a esta iniciativa. Son 10 puntos básicos que tienen que ver, justamente, con la resistencia a este proceso de privatización de los bienes públicos, tienen que ver con los recursos estratégicos, con el cese del endeudamiento del campesinado y de las clases populares. Es decir, con situaciones muy básicas con las que cualquier gobierno que tenga un mínimo de sensibilidad con lo que vive su pueblo, no se rehusaría a escuchar y a considerar.
Por otro lado, es con una fuerte represión que el gobierno quiere imponer su punto, por eso estamos viendo que la salida es difícil. Se habla de un diálogo, incluso muchas ONGs se han propuesto para dialogar, y el gobierno incluso habla de un diálogo pero no objetiva directamente a los actores principales de esta propuesta y de este paro. Entonces, claramente ahí habrá una actitud bastante racista de colocar intermediarios de ONGs diferentes y otros intermediarios y no necesariamente a los actores populares e indígenas que son quienes están liderando esta propuesta de 10 puntos. Es por eso que el pueblo ya va en su onceavo día de firmeza y de movilización. Por otra parte, el gobierno no mueve su línea, al contrario: estamos en estado de excepción en casi todo el país. El gobierno cada día presenta distintos puntos de vista, que tienen variantes pero no presentan soluciones concretas. La salida a esta situación tiene un escenario abierto e imprevisible que, sin duda, se dirimirá en muy breve.
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